domingo, 6 de mayo de 2012

ARRIBADA A CADIZ

6 de mayo de 2012

Hace más de 24 horas que llegamos a Cadiz. Nos encontramos en el Puerto de América, un pequeño puerto público situado en la parte oeste de esta vieja ciudad con encanto.
Hace como un día que ya no nos acompaña nuestro balanceo, para algunos querido, para otras maldito como un odiado amor.

Las últimas jornadas de travesía, los dos últimos días y medio que pasamos en la mar, parecen un tanto lejanos ahora. La tranquilidad y el poco viento han sido las predominantes en el tercer y cuarto día de travesía. Para el tercer día el cansancio ya se hizo latente en los cuerpos de la aguerrida marinería del Victoriano. Como si de alfombras de piel rojiza se tratase aparecían esparcidos en cualquier lugar. Por cubierta, en los camarotes, en el salón, debajo de la botavara, en los cofres y tambuchos, por todos lados cuerpos inertes, cansos, rotos, ojerosos. Pero en la mayoría aparecía también dibujada una sonrisa.

Bueno, y cuando digo en todos tengo que incluir un nuevo pasajero que no sabemos como ni cuando, subió a bordo y se instaló en las esquinas más oscuras de la parte habitable del Victoriano. Me estoy refiriendo a Mordor, el señor de la oscuridad. Lo supimos porque cada vez que Mariaje intentaba subir del salón a cubierta era abducida por Mordor. Creemos que entre ella y él se ha vivido una intensa relación de amor odiado. Amor por parte de Mordor, odio por parte de Mariaje, que no sabemos como ni porqué, seguía cayendo continuamente en los brazos de este malquerido polizonte. Como toda relación mal llevada, a Mariaje se le hizo pequeñito el estómago y ha sobrevivido a la travesía con dos tortillitas francesas, media galleta, un bocado de pan con salchicha, un cuarto de aceituna y cuatro migas de pan de molde. El resto tuvimos que seguir con nuestra dieta de las ocho comidas para mantener un nivel aceptable de desgaste en cuanto a la reducción de lastre en el barco, siempre en pro de conseguir una mayor navegabilidad de nuestro buque.

Mucho motor … demasiado. El suave viento de componente sur suroeste no acababa de empujar la nave a más de cinco nudos. Motor, el amigo molesto. Casi cuarenta horas de ronroneo combatido a base de risas, charlas, canciones, música, baile. Y lo dicho, no siempre ya que en algunos miembros de la tripulación, el aliento de Mordor a contaminado en algunos momentos el mágico encuentro con el mar.
Después de una manifestación en cubierta convocada por el sindicato de marinería irresponsable, donde se corearon consignas como: “la capitanía una guardia al día”, o “almirante … un paso palante”, e incluso, “tripulación en rebelión”, nuestro querido capitán Iñaki se vio digamos que invitado a disfrutar de las guardias nocturnas. Sabedor de que ya nos habíamos echo con las armas guardadas en la Santa Bárbara, dos pistolas de agua, se quedó gran parte de la noche en cubierta, sustituyendo a aquellos marineros más ojerosos o que ya habían quedado con Mordor para compartir.

La mañana del día 5 de mayo nos saludó con más viento. El cierre de la llave de contacto del motor anunciaba que nos poníamos nuevamente en manos de Eolo. Pero esta vez no vino solo. La lluvia también apareció. Durante toda la mañana mientras nos íbamos aproximándonos a la bahía de Cadiz la lluvia estuvo presente. La fuerza del viento iba creciendo, llegando incluso a picos de fuerza 7 que nos empujaba entre los 8 y los 10 nudos de velocidad. El viento roló a rumbo sur sureste.

Viento, aguaceros, ola de unos tres metros por la aleta de babor y niebla. La visibilidad fue disminuyendo hasta no dejarnos ver más allá de un par de millas. Todos y todas pendientes de barcos que pudieran aparecer. No tuvimos problemas en nuestra trayectoria y poco a poco, entre la bruma fue apareciendo las primeras sombras en el horizonte que nos anunciaban ya la proximidad de la tierra. La maniobra de aproximación fue muy buena, utilizando para ello una trasluchada que nos enfiló la entrada del puerto.
Arribada, amarre y descenso a tierra, la travesía desde Canarias llegaba a su segunda singladura.

Y tras esta, las duchas, descanso y despedida. Silvia nos dejaba a las pocas horas, había llegado el fin de su travesía. Había cumplido uno de sus propósitos, acabar la singladura que inició allá por el 2008 y que no pudo concluir por entero. Pero como en todas las cosas buenas hay que dejar una puerta abierta y Silvia así lo ha hecho. Todavía le falta pasar el estrecho, por lo que ya anunciado su incorporación al siguiente viaje, para así poder cruzar el estrecho. Así pues, nos volveremos a ver, muchos besos de todos y todas nosotras.

Despedida y bienvenida. Se nos unen dos nuevos tripulantes, Ernesto, Jon y Javi. Ongietorri. Mañana diremos adiós a Pablo, Leyre, Olatz y el otro Javi, pero eso será mañana, de momento siguen perteneciendo a la tripulación del Victoriano.
Lo que después pasó en la noche gaditana queda guardado en la mente de la tripulación. Solo deciros que hoy se ha dormido mucho, mucho, mucho.

Cierre del cuaderno de bitácora cuando son las 23:53 UTC.







1 comentario:

  1. Me encanta todo lo que contáis!!! me acuerdo muuuuucho muuuucho de vosotros!!!! un besazo gordísimo para todos!!! a algunos no os conozco, espero tener el gusto algún día! ciao!

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